martes, 6 de junio de 2017

ENTRAR AL SIGLO XXI. REFLEXIONES ACERCA DE LA EDUCACIÓN PARA AMAZONAS.

HÉCTOR ESCANDELL GARCÍA
Mayo, 2017

Iniciamos con el reconocimiento de la compleja crisis que caracteriza el actual momento histórico. Compleja en tanto se presenta en cualquier ámbito de la vida que pretendamos considerar: económico, ambiental, cultural, científico, ético… Es en síntesis una crisis social y, más aún, una crisis del modelo civilizatorio, que compromete seriamente las posibilidades de sostenimiento de la vida tal como la conocemos. En consecuencia, podríamos calificarla como una crisis de humanidad.
Cada ámbito de la crisis ha sido analizado de manera profunda por las mentes más y menos brillantes (todos sabemos que existe), coincidiendo la mayoría de las veces en la identificación de las consecuencias. Probablemente menos coincidencias se presentan en la definición de las causas, condicionado esto por las ideologías y su expresión en intereses de grupos y/o individuales. Donde ocurre mayor consenso, parece ser en la necesidad de abordarla para su corrección. 

Es aquí donde aparece frecuentemente la educación, aunque el rol que ella debe desempeñar para la necesaria transformación, se dispersa en las visiones divergentes de cómo debería ser implementada; otra vez, probablemente  porque  ella (la educación y su consecuente efecto transformador), vuelve a toparse con los intereses políticos y económicos, creados y mantenidos por mucho tiempo y, cuyos resultados están a la vista.

Se trata entonces de cuanta transformación de la sociedad es conveniente para sostener los objetivos de tales intereses o, de vencerlos para profundizar la transformación de la sociedad deshumanizada. Particularmente estoy con la segunda opción y creo firmemente en la urgencia de hacerlo. Recuperar y fortalecer el sentido espiritual de humanidad es la tarea.

La heterogeneidad, característica de este mundo de Dios, no hace prudente aspirar a encontrar una fórmula que sirva en todas las diversas situaciones; por tanto, a partir de aquí sólo unas reflexiones sueltas referidas a Amazonas, que ojalá sirvan para promover el debate necesario.

Abordar la educación desde el enfoque de sistema y proceso, resulta imposible desde una perspectiva individual; sin dudas, amerita la convergencia inter y multidisciplinaria, por lo que los siguientes planteamientos, desde nuestra particular visión, son apenas declarativos, obviamente influenciada por múltiples autores y lecturas que han motivado la reflexión.

Centro la posición en un escenario sincrónico y secuencial del proceso educativo, que parte de la idea de que se requieren más aulas abiertas, en contacto con la realidad y, menos escuela convencional, de aulas cerradas entre cuatro paredes y un techo, aisladas de la vida real.

Imagino una etapa inicial, de dos a tres años de duración, a partir de los siete años de edad o, una vez consolidados los vínculos y valores familiares; con menos carga de contenidos académicos formales y más actividades que propicien y/o refuercen el desarrollo integral de la personalidad, los derechos y deberes de la persona humana, el respeto y el amor a la vida y a la naturaleza.

Una segunda etapa de cuatro a cinco años, enfocada en el desarrollo de las habilidades de socialización, basada en valores cristianos como el compromiso, la ética, la solidaridad, la democracia, la justicia, acompañando el desarrollo de la lógica matemática, el dominio del idioma, el fortalecimiento de la comunicación asertiva, la ecología, conociendo y comprendiendo su espacio territorial y complementando los contenidos del proyecto de vida de cada estudiante con la capacitación funcional en electricidad, electrónica, carpintería, plomería, albañilería, soldadura, mecánica, agricultura y salud.

Una tercera etapa, de tres a cuatro años de duración, donde se desarrolle la identificación y la orientación vocacional, con contenidos académicos específicos para cada individuo.

Una cuarta etapa de profesionalización para la evolución del componente académico del proyecto de vida, que a esta altura habrá sido definido consistentemente, con la duración que sea necesaria en cada caso.

El resultado final esperado serían ciudadanos, preparados para el empleo convencional, pero aún más para actuar constructiva y positivamente en sociedad.

Estamos conscientes que un proceso educativo de esta naturaleza sólo es posible, si es acompañado de otra estructura sustantiva (organización, base legal y políticas sectoriales), de otro docente y, especialmente de otra valoración social y política del docente y la docencia.

Una educación como la planteada amerita el desarrollo de otra economía, una que supere el paradigma de la mercantilización de todo, incluida la vida, y que logre abatir la lógica de la acumulación privada e individual. Esta educación que imaginamos, cuestiona los modos dominantes de producir, consumir y distribuir los bienes y servicios esenciales para la vida digna, promociona la participación, la equidad y la justicia. Es una educación para comprender y concebir nuestra presencia en este plano, más allá de la posición antropocéntrica. Es una educación para la vida en libertad comprometida con el otro. 

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