PROYECTO DE PASTORAL
PARA LOS INDÍGENAS EN ÁREAS URBANAS
P. José Bortoli
1.-
INDÍGENAS EN ÁREAS URBANAS
“Los
jóvenes indígenas (es decir, los que tienen entre 15 y 24 años de edad) están
bajo la influencia de una serie de factores sociales y económicos que afectan a
sus derechos humanos. Con frecuencia los jóvenes indígenas se ven obligados a
abandonar sus comunidades tradicionales y a trasladarse a zonas urbanas para
aprovechar posibilidades de empleo o de educación. En el nuevo ambiente urbano,
los jóvenes indígenas son a menudo objeto de discriminación por la comunidad
más amplia y son privados de la igualdad de oportunidades en el empleo y la enseñanza.
En todo el mundo, los jóvenes indígenas están representados de manera
desproporcionada entre los jóvenes sin empleo. Los jóvenes indígenas pueden
tener grandes dificultades en su existencia cuando están separados de sus
comunidades tradicionales y viven en un medio social que no promueve su
participación en la vida económica o social.
Este
hecho puede tener efectos devastadores sobre su sentido de autoestima y de
identidad cultural y puede dar lugar a graves problemas sociales y de salud,
entre ellos la depresión y el consumo de estupefacientes. En muchos casos, los
jóvenes indígenas carecen también de un acceso adecuado a una enseñanza y
cuidados médicos financieramente a su alcance y culturalmente adaptados, lo que
aumenta el riesgo de contraer enfermedades que pueden prevenirse. Los jóvenes indígenas
heredan la responsabilidad de proteger y conservar sus tierras tradicionales,
recursos y lugares sagrados en los que se basan su patrimonio e identidad culturales.
Sin embargo, en la actualidad muchos jóvenes indígenas están física y
psicológicamente apartados de su cultura y vida tradicionales. Los jóvenes
indígenas necesitan asistencia especial para que puedan recuperar y conservar su
patrimonio cultural y gozar de un acceso libre a sus tierras tradicionales y
lugares sagrados. Los daños incesantes al medio ambiente ponen en peligro la supervivencia
de muchos pueblos indígenas. Su identidad y patrimonio culturales son
inseparables de sus tierras tradicionales y, por este motivo, la protección y
conservación del medio ambiente es una prioridad para los jóvenes indígenas en
todo el mundo”
Fuente:
“Los niños y los jóvenes indígenas”: Asuntos planteados por los jóvenes indígenas, en Folleto Nº 9 (2017)
del “Programa Mundial de Acción de las Naciones
Unidas para la Juventud hasta el Año 2000 y en adelante”. Ver: indileaflet9_sp.doc
El
asunto planteado por los jóvenes indígenas, con cuyo texto hemos comenzado este
escrito, nos pone en el contexto de la presencia muy significativa de familias
indígenas ya residenciadas en áreas urbanas, específicamente en Puerto
Ayacucho.
No
los llamamos “indígenas urbanos”, sino familias (y con ellos jóvenes) de pueblos
indígenas que viven en zonas urbanas.
Preferimos esta forma de hablar a la de decir “indígenas urbanos”, lo cual
significaría masificar/ globalizar a los distintos pueblos culturas en una
única “clase” sociocultural. El hecho es que podemos vivir en una ciudad de
distintas maneras.
Nuestra Iglesia
católica amazonense hizo una opción por los pueblos indígenas y no puede
desentenderse de la realidad de la creciente migración de familias indígenas a
las ciudades. Las razones de esta migración son las que exponen los “jóvenes
indígenas” en el escrito inicial: Con frecuencia los jóvenes indígenas
se ven obligados a abandonar sus
comunidades tradicionales y a trasladarse a
zonas urbanas para aprovechar posibilidades de
empleo o de educación.
2.-
ALGUNOS DATOS ESTADÍSTICOS
Iniciemos
con algunos datos estadísticos, proporcionados por el INE (Ayacucho), mediante
un proceso técnico de “filtro” sobre los datos del Censo del 2011. Seleccionamos
los pueblos indígenas mayoritarios.
Fuente: Instituto Nacional de Estadística (INE)- Procesado por la
Gerencia Estadal de Estadística
Amazonas sobre el XIV Censo Nacional de Población y Vivienda, 2011.
(La pregunta de pertenencia indígena fue realizada a la población nacida en el
país).
TOTAL
DE NACIDOS EN VENEZUELA DEL ESTADO AMAZONAS:
Total:
142.143.
Indígenas:
76.310 (53,7%)
No
indígenas 65.829 (46,3%).
MUNICIPIO
ATURES:
Venezolanos
por nacimiento: 100.331 (70,6%)
Indígena
36.004 (35,9 %)
No
indígena 64.327 (64,1 %).
P0BLACIÓN
DE AMAZONAS POR MUNICIPIO
Indígena
(%) no indígena (%)
Atures
35,9 64,1
Alto
Orinoco: 98,3 1,7
Atabapo
94,8 5,2
Autana
95,7 4,3
Maroa
96,9 3,1
Manapiare
96,3 3,7
Río
Negro 94,9 5,1
NOTA:
Según las proyecciones, para el año 2015 la población total de
Amazonas podría haber llegado a 178.003 personas, de las cuales 129.055
estarían en el municipio Atures (72,5%): Hombres: 66.191; Mujeres: 62.864
De
los cuadros que exponemos a continuación, tenemos el TOTAL de INDÍGENAS en Puerto
Ayacucho; siguen luego los datos relativos solamente a 09 pueblos con población
más alta.
3.-
ALGUNAS IDEAS SOBRE EL PROCESO DE MIGRACIÓN
Mansutti
Rodríguez, Pueblos, comunidades y fundos: los
patrones de asentamiento Uwotjuja, en Antropologica,
69, 1988: 3-36, describe el proceso de cambio a
distintos tipos de asentamientos de los grupos
familiares indígenas. Aunque el estudio está basado en
el pueblo uwottuja, podemos decir que el proceso de
migración hacia las áreas urbanas, es común a los otros
pueblos indígenas. Mansutti distingue los siguientes
tipos de asentamiento: fundos, comunidades, pueblos y el asentamiento
urbano, considerado, este último, como
una “ruptura” en la estrategia de asentamiento
tradicional. Las migraciones hacia las capitales de
municipio, y principalmente hacia la capital del estado,
Puerto
Ayacucho, se deben a la necesidad de asegurar a los hijos una mejor calidad de
vida, educación y salud. El estudio es interesante también porque nos recuerda la
relación constante de los indígenas asentados en las ciudades
con los otros tipos de asentamiento que se han desarrollado con el tiempo.
“El
patrón tradicional de asentamiento indígena se caracterizaba por estar
constituido por dos o tres grupos domésticos que cohabitaban bajo un mismo techo,
por un período de tiempo, en un hábitat selvático, inter fluvial y de difícil
acceso en el que estaban asociados a un pequeña corriente permanente de agua, a
cotos de caza y a áreas de recolección y pesca. Luego de 250 años de contactos
directos con el mundo occidental, el patrón tradicional de asentamiento se ha
transformado y diversificado; hoy encontramos fundos, comunidades y pueblos que
mantienen entre sí relaciones cotidianas que dependen, para su reproducción, de
la urbe criolla. Este sistema centro-periferia se está consolidando hoy con el fortalecimiento
de centros dispensadores de servicios en sus respectivos sectores (Ib., 30).
Este sistema es una respuesta a la creciente dependencia de estos indígenas
frente al mercado occidental de bienes y servicios y la incapacidad logística
de muchos de ellos para viajar con frecuencia a Puerto Ayacucho, San Fernando
de Atabapo o San Juan de Manapiare (Ib., 30).
Los
diversos modelos de asentamiento no
son estructuras estancadas e inmóviles. Están íntimamente relacionadas,
conformando un todo organizado en el que cada parte depende parcialmente del
resto para funcionar. Así, por ejemplo las comunidades más tradicionales
tendrían múltiples dificultades para sobrevivir si no dependieran de los
pueblos como fuentes intermedias de aprovisionamiento; lo mismo puede decirse
de los fundos (Ib., 28). No todos los habitantes de una comunidad o pueblo
tienen la capacidad logística para movilizarse regularmente a las ciudades:
ésta es la condición que permite que los que pueden hacerlo se constituyan en
intermediarios. Por eso, en los pueblos más grandes hay bodegas a donde llegan
parientes de dentro y fuera a comprar y Vender (Ib., 28).
Las comunidades serán etapas transitorias
entre fundos y pueblos (Ib., 29). Fundos que se transforman en comunidades y
comunidades que devienen en pueblos son hechos cotidianos, pero coyunturales.
Lo estructural es que la estrategia espacial del indígena de hoy exige que
estos modelos coexistan interdependientemente.
Asentamiento
urbano: El modelo urbano (donde los indígenas se convierten en
empresarios, obreros, empleados…), representa una ruptura radical con la estrategia
de asentamiento, pues implica transformar totalmente las relaciones del hombre
con su entorno cultural y natural; la selva tropical es sustituida por el ambiente
urbano, la calidad del trato con parientes cercanos es cambiada por el
anonimato; las labores en el conuco, la caza la pesca, y la recolección son transmutadas
por la actividad como pequeño empresario obrero; la autarquía alimenticia es
trocada por la dependencia absoluta del mercado (Ib., 27).
No está lejano el día en que grupos domésticos y comunidades se
vayan a
Puerto Ayacucho creando microambientes que sirvan de intermediarios
a los parientes que quedaron en el territorio ancestral. Se afirma así una red
de relaciones piramidales que permite que fluyan los bienes del Puerto Ayacucho
hacia el interior, y que los miembros de las comunidades y los fundos
aprovechen los servicios (comercial, escolar, médico-asistencial y religioso)
que se prestan en los grandes pueblos (Ib., 28).
El próximo paso del proceso es la conformación de una sólida base
urbana formada por grupos domésticos que mantendrán sus nexos con los parientes
rurales, permitiendo la reproducción de las comunidades tradicionales en áreas
de refugio y la consolidación de unos pueblos más grandes y con mayor concentración
de servicios.”
4.- PROPUESTA PASTORAL
Nuestro Plan de Pastoral Vicarial (pág. 15- 28), nos habla de la
realidad de los pueblos indígenas en sus territorios, pero no toma en cuenta la
situación de los indígenas en áreas urbanas, tal vez porque en el año 2008, no
se veía como realidad emergente. Estamos hablando de indígenasque han salido de
sus territorios originales (aunque conservan los derechos territoriales
colectivos de su pueblo de origen): son indígenas migrantes en las ciudades y
residentes en ellas, generalmente con sus familias.
Frente a esta realidad, nos hemos propuesto, desde la organización
pastoral de cada parroquia, elaborar un plan de pastoral en atención a los
indígenas presentes en nuestras comunidades eclesiales locales, que, de alguna
manera, se sienten excluidos de nuestra atención, considerando la difícil
realidad socio cultural a la cual se enfrentan, sobre todo los niños y
adolescentes que están en edad escolar, los estudiantes universitarios o los
jóvenes que están enfrentando el reto de su primer empleo que han venido a
buscar en la ciudad. Las referencias estadísticas citadas, y las observaciones
de los jóvenes indígenas nos hablan de un contexto delicado: desconcierto, aislamiento,
desprecio, incomunicación, manipulación, violación de DDHH, desarraigo
cultural…
Queremos dar respuestas pastorales como: atención, acogida, acompañamiento,
asesoramiento, fuentes de comunicación, apoyo institucional, orientación,
desarrollo de la interculturalidad, parroquia comunidad de comunidades. Debemos
acotar de una vez que los pueblos indígenas de la familia lingüística arawak,
han tenido un proceso de migración, hacia los centros urbanos, desde varias
generaciones. Puesto que el criterio de identificación para la pertenencia a un
pueblo indígena es de “opción personal”
del encuestado en el proceso censal (aunque no hable la lengua y pertenezca a
grupos que desde varias generaciones no tienen contacto con su “hábitat
indígena”), es fácil entender que la inserción actual de los pueblos arawak en
el ambiente urbano es muy distinto del de las demás grupos indígena de migración
reciente.
Si bien las razones para la migración son comunes (búsqueda de
servicios educativos y sanitarios, proyección de desarrollo profesional
distinto del tradicional indígena…), hay diversas historias migratorias por lo
que encontramos, en la ciudad, diversos niveles de “integración” al mundo
“criollo”. Tendremos “criollos de origen indígena” con mayor profundidad de
desapego de su territorio originarios e indígenas “hablantes” de su idioma, de
alguna manera relacionados todavía con sus territorios y grupo de origen.
Los indígenas que están en un proceso de inserción residencial
urbana más reciente son, generalmente, los más marginados y afectados por la
pobreza. Pero, además de la precariedad económica, son individuos en riesgo
severo de sufrir la pérdida de su sentido de pertenencia a un pueblo y de la
referencia a un territorio. Además, personas que en su comunidad formaban parte
activa de una comunidad cristiana, en la ciudad “peregrinan” de una iglesia a
otra, sintiéndose extraños y “fuera de lugar” en cualquier “lugar” eclesial.
En un estudio a nivel mundial, se describen algunos elementos que
caracterizan a los indígenas en áreas urbanas: (Ver: JEANS DAHL Y MARIANNE
JENSEN, Editorial: Pueblos Indígenas en
Áreas urbanas, en Asuntos Indígenas, pág. 4. IWGIA 3-4/02,
Copenhague, Dinamarca, 2002)
Islas de pobreza: generalmente los indígenas se agregan
en contextos geográficos urbanos donde hay desigualdad, discriminación, pérdida
de identidad. Desde “afuera” se juzgan estas islas habitacionales desde el
supuesto racista de que la pobreza es algo “intrínseco” a las culturas indígenas.
Redes sociales: los indígenas en áreas urbanas forman
grupos aislados: son, al mismo tiempo, habitantes urbanos y personas indígenas.
Frecuentemente hay aislamiento también entre miembros de un mismo pueblo
indígena. Por lo general no forman una red de relaciones sociales.
Autogestión: generalmente no están
organizados y por eso, son más marginados; tratan de ocultar su origen, aunque
no pueden: son identificados fácilmente; hay casos distintos. De los Mapuches, entre
el 70 y el 80% viven en las ciudades; los Otavalo de Ecuador: mantienen su
profesión, sistema de producción, políticas de autogobierno…
Identidad: mantienen contacto con sus
territorios por generaciones y se autodenominan “descendientes de indígenas” o
“Indígenas” con identidad plena.
Autenticidad: La autenticidad de su identidad indígena
es cuestionada por muchos; a veces son discriminados también por sus “hermanos”
que viven en territorios indígenas propios.
Manipulación: algunas políticas estatales (que
practican el “dividir para reinar”) deciden quiénes son los auténticos
representantes de los indígenas (evidentemente los que tienen a la mano, a
última hora, en la ciudad) y utilizan su “representación” (con relativa firma o
huella digital) para legitimar consultas obligatorias, para conseguir
autorizaciones o permisos para actividades turísticas o extractivas en sus territorios
de origen…
Desde el punto de vista antropológico, se sugieren algunas pistas
para acompañar a los indígenas en su proceso de inserción en contextos urbanos
y para luchar contra la crisis cultural, la pérdida de la lengua autóctona, el
desarraigo de las raíces sociales.
1. Identificarse con una tierra natal, un territorio, un hábitat.
Y por eso, todos deben luchar por “su” territorio. Las organizaciones sociales
deben incluir a los indígenas en áreas urbanas en la lucha por el derecho a las
tierras.
2. Defender la trasmisión y uso de los idiomas originarios
3. Defender la espiritualidad (visión del mundo) como fundamento
de un proyecto de vida del pueblo y de los individuos.
5. Y ¿QUÉ NOS PROPONEMOS COMO IGLESIA AMAZONENSE?
5.1 Partimos de las OPCIONES VICARIALES que ya manejamos (PPV, 29). Para
organizar la pastoral de los pueblos indígenas en áreas urbanas, cada departamento
deberá especificar lo pertinente a los indígenas presentes en las parroquias.
Sintéticamente:
Catequesis: (Promover una catequesis
vivencial, desarrollar el proceso catecumenal, conocimiento del mundo religioso
de los pueblos indígenas…)
Social (Caritas y defensa de los DDHH)
Liturgia (Celebraciones desde los signos culturales
de cada pueblo)
Familiar (Desarrollar el tema de la
pertenencia a una familia con el de pertenencia a un pueblo)
Educativo (Educación Intercultural Bilingüe,
Nichos lingüísticos)
Juvenil (Atención a la inserción escolar,
al mundo del trabajo, al asociacionismo…) Vocacional (Disponibilidad al servicio comunitario…)
Comunicación social (Uso de los TICs, uso de las
lenguas indígenas…para la promoción cultural y la defensa y fortalecimiento de
la identidad cultual de los pueblos.
Deberemos
revisar cada una de estas “pastorales” y ver qué se está haciendo con los
indígenas en las áreas urbanas.
5.2 LA PARROQUIA QUE QUEREMOS SER Parroquia evangelizada:
-
Estudio de la teología indígena, visión de iglesia indígena
- Visión
de la Iglesia bajo la acción del Espíritu en Pentecostés: Unidad y pluralismo
(un solo Espíritu/ multiplicidad de lenguas y culturas)
Comunidad
de comunidades
Comunión
y fraternidad
Parroquia misionera:
- En
salida
- Que
incultura el evangelio
-
Inserta
- Atenta
a la espiritualidad de Dios presente en la
“creación”
-
Parroquia que hace suya la opción por el indígena del Vicariato
-
Parroquia de participación e inclusión
-
Parroquia atenta al contexto cultural
Parroquia como
Madre
que sale al encuentro
Casa
acogedora
Escuela
de comunión
5.3 ORIENTACIONES OPERATIVAS
- al
servicio de la Palabra
- al
servicio de la Comunidad
- al
servicio de la Caridad
5.4 AGENTES: Párrocos, Religiosos, Laicos,
Coordinador
de pastoral indígena en zonas urbanas
5.5 PROCESO DE FORMACIÓN: antropológica, teológica (iglesia y teología indígena),
liturgia
5.6 EVALUACIÓN: A nivel parroquial y vicarial
5.7 PUNTOS DE APOYO
Equipo
de pastoral indígena parroquial
Oficina
(consejo, equipo) de Pastoral indígena vicarial
Hermanas
de la Consolata (en Upata) con proyecto de pastoral indígena e infraestructuras
para acogida.
6.- CONCLUYENDO
Lo que
nos proponemos en la Iglesia amazonense, y específicamente en la zona urbana de Puerto Ayacucho, con el
nuevo proyecto, es que cada comunidad parroquial se abra a los hermanos indígenas para que se sientan acogidos en
esa iglesia que no hace distinción de pueblos; que les permita compartir la fe
desde la originalidad de su cultura; una comunidad sensible a los problemas que
enfrenta el indígena que quiera insertarse en la sociedad urbana con igualdad
de derechos.
La
pastoral cubre todas las áreas que promueven en forma integral a la persona
humana. Por eso, contaremos, de manera especial, con la acción de la Oficina de
DDHH, para fortalecer las organizaciones indígenas que facilitan procesos
comunitarios y para consolidar los grupos que, en forma bilateral, trabajen por
los DDHH y por la defensa de la Naturaleza.
Junto con la acción de la Oficina de DDHH, cada comunidad
parroquial debe comprometerse a acompañar y apoyar a los indígenas residentes
en su territorio parroquial, como parte de la pastoral indígena del Vicariato y
en alianza con los proyectos de pastoral indígena de las parroquias.
Para ello, cada párroco deberá asumir su compromiso con los
pueblos indígenas y, con la disponibilidad que exista en su parroquia tanto de
espacios físicos como de fuerzas vivas laicales, animar a cuantos quieran prestar
un servicio para esta tarea.
De allí se desprende la necesidad de capacitar a los agentes
parroquiales (párrocos y voluntarios) en esta acción pastoral específica
(formación antropológica, teológica, etc.)
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