miércoles, 21 de febrero de 2018



PROYECTO DE PASTORAL PARA LOS INDÍGENAS EN ÁREAS URBANAS
 P. José Bortoli
 
1.- INDÍGENAS EN ÁREAS URBANAS
“Los jóvenes indígenas (es decir, los que tienen entre 15 y 24 años de edad) están bajo la influencia de una serie de factores sociales y económicos que afectan a sus derechos humanos. Con frecuencia los jóvenes indígenas se ven obligados a abandonar sus comunidades tradicionales y a trasladarse a zonas urbanas para aprovechar posibilidades de empleo o de educación. En el nuevo ambiente urbano, los jóvenes indígenas son a menudo objeto de discriminación por la comunidad más amplia y son privados de la igualdad de oportunidades en el empleo y la enseñanza. En todo el mundo, los jóvenes indígenas están representados de manera desproporcionada entre los jóvenes sin empleo. Los jóvenes indígenas pueden tener grandes dificultades en su existencia cuando están separados de sus comunidades tradicionales y viven en un medio social que no promueve su participación en la vida económica o social.

Este hecho puede tener efectos devastadores sobre su sentido de autoestima y de identidad cultural y puede dar lugar a graves problemas sociales y de salud, entre ellos la depresión y el consumo de estupefacientes. En muchos casos, los jóvenes indígenas carecen también de un acceso adecuado a una enseñanza y cuidados médicos financieramente a su alcance y culturalmente adaptados, lo que aumenta el riesgo de contraer enfermedades que pueden prevenirse. Los jóvenes indígenas heredan la responsabilidad de proteger y conservar sus tierras tradicionales, recursos y lugares sagrados en los que se basan su patrimonio e identidad culturales. Sin embargo, en la actualidad muchos jóvenes indígenas están física y psicológicamente apartados de su cultura y vida tradicionales. Los jóvenes indígenas necesitan asistencia especial para que puedan recuperar y conservar su patrimonio cultural y gozar de un acceso libre a sus tierras tradicionales y lugares sagrados. Los daños incesantes al medio ambiente ponen en peligro la supervivencia de muchos pueblos indígenas. Su identidad y patrimonio culturales son inseparables de sus tierras tradicionales y, por este motivo, la protección y conservación del medio ambiente es una prioridad para los jóvenes indígenas en todo el mundo”

Fuente: “Los niños y los jóvenes indígenas”: Asuntos planteados por los jóvenes indígenas, en Folleto Nº 9 (2017) del “Programa Mundial de Acción de las Naciones Unidas para la Juventud hasta el Año 2000 y en adelante”. Ver: indileaflet9_sp.doc


El asunto planteado por los jóvenes indígenas, con cuyo texto hemos comenzado este escrito, nos pone en el contexto de la presencia muy significativa de familias indígenas ya residenciadas en áreas urbanas, específicamente en Puerto Ayacucho.
No los llamamos “indígenas urbanos”, sino familias (y con ellos jóvenes) de pueblos indígenas que viven en zonas urbanas. Preferimos esta forma de hablar a la de decir “indígenas urbanos”, lo cual significaría masificar/ globalizar a los distintos pueblos culturas en una única “clase” sociocultural. El hecho es que podemos vivir en una ciudad de distintas maneras.
Nuestra Iglesia católica amazonense hizo una opción por los pueblos indígenas y no puede desentenderse de la realidad de la creciente migración de familias indígenas a las ciudades. Las razones de esta migración son las que exponen los “jóvenes indígenas” en el escrito inicial: Con frecuencia los jóvenes indígenas se ven obligados a abandonar sus comunidades tradicionales y a trasladarse a zonas urbanas para aprovechar posibilidades de empleo o de educación.

2.- ALGUNOS DATOS ESTADÍSTICOS

Iniciemos con algunos datos estadísticos, proporcionados por el INE (Ayacucho), mediante un proceso técnico de “filtro” sobre los datos del Censo del 2011. Seleccionamos los pueblos indígenas mayoritarios.
Fuente: Instituto Nacional de Estadística (INE)- Procesado por la Gerencia Estadal de Estadística
Amazonas sobre el XIV Censo Nacional de Población y Vivienda, 2011. (La pregunta de pertenencia indígena fue realizada a la población nacida en el país).

TOTAL DE NACIDOS EN VENEZUELA DEL ESTADO AMAZONAS:
Total: 142.143.
Indígenas: 76.310 (53,7%)
No indígenas 65.829 (46,3%).

MUNICIPIO ATURES:
Venezolanos por nacimiento: 100.331 (70,6%)
Indígena 36.004 (35,9 %)
No indígena 64.327 (64,1 %).

P0BLACIÓN DE AMAZONAS POR MUNICIPIO
Indígena (%) no indígena (%)
Atures 35,9 64,1
Alto Orinoco: 98,3 1,7
Atabapo 94,8 5,2
Autana 95,7 4,3
Maroa 96,9 3,1
Manapiare 96,3 3,7
Río Negro 94,9 5,1

NOTA: Según las proyecciones, para el año 2015 la población total de Amazonas podría haber llegado a 178.003 personas, de las cuales 129.055 estarían en el municipio Atures (72,5%): Hombres: 66.191; Mujeres: 62.864
De los cuadros que exponemos a continuación, tenemos el TOTAL de INDÍGENAS en Puerto Ayacucho; siguen luego los datos relativos solamente a 09 pueblos con población más alta.

 
 
3.- ALGUNAS IDEAS SOBRE EL PROCESO DE MIGRACIÓN
Mansutti Rodríguez, Pueblos, comunidades y fundos: los patrones de asentamiento Uwotjuja, en Antropologica, 69, 1988: 3-36, describe el proceso de cambio a distintos tipos de asentamientos de los grupos familiares indígenas. Aunque el estudio está basado en el pueblo uwottuja, podemos decir que el proceso de migración hacia las áreas urbanas, es común a los otros pueblos indígenas. Mansutti distingue los siguientes tipos de asentamiento: fundos, comunidades, pueblos y el asentamiento urbano, considerado, este último, como una “ruptura” en la estrategia de asentamiento tradicional. Las migraciones hacia las capitales de municipio, y principalmente hacia la capital del estado,
Puerto Ayacucho, se deben a la necesidad de asegurar a los hijos una mejor calidad de vida, educación y salud. El estudio es interesante también porque nos recuerda la relación constante de los indígenas asentados en las ciudades con los otros tipos de asentamiento que se han desarrollado con el tiempo.

“El patrón tradicional de asentamiento indígena se caracterizaba por estar constituido por dos o tres grupos domésticos que cohabitaban bajo un mismo techo, por un período de tiempo, en un hábitat selvático, inter fluvial y de difícil acceso en el que estaban asociados a un pequeña corriente permanente de agua, a cotos de caza y a áreas de recolección y pesca. Luego de 250 años de contactos directos con el mundo occidental, el patrón tradicional de asentamiento se ha transformado y diversificado; hoy encontramos fundos, comunidades y pueblos que mantienen entre sí relaciones cotidianas que dependen, para su reproducción, de la urbe criolla. Este sistema centro-periferia se está consolidando hoy con el fortalecimiento de centros dispensadores de servicios en sus respectivos sectores (Ib., 30). Este sistema es una respuesta a la creciente dependencia de estos indígenas frente al mercado occidental de bienes y servicios y la incapacidad logística de muchos de ellos para viajar con frecuencia a Puerto Ayacucho, San Fernando de Atabapo o San Juan de Manapiare (Ib., 30).

Los diversos modelos de asentamiento no son estructuras estancadas e inmóviles. Están íntimamente relacionadas, conformando un todo organizado en el que cada parte depende parcialmente del resto para funcionar. Así, por ejemplo las comunidades más tradicionales tendrían múltiples dificultades para sobrevivir si no dependieran de los pueblos como fuentes intermedias de aprovisionamiento; lo mismo puede decirse de los fundos (Ib., 28). No todos los habitantes de una comunidad o pueblo tienen la capacidad logística para movilizarse regularmente a las ciudades: ésta es la condición que permite que los que pueden hacerlo se constituyan en intermediarios. Por eso, en los pueblos más grandes hay bodegas a donde llegan parientes de dentro y fuera a comprar y Vender (Ib., 28).
 Las comunidades serán etapas transitorias entre fundos y pueblos (Ib., 29). Fundos que se transforman en comunidades y comunidades que devienen en pueblos son hechos cotidianos, pero coyunturales. Lo estructural es que la estrategia espacial del indígena de hoy exige que estos modelos coexistan interdependientemente.

Asentamiento urbano: El modelo urbano (donde los indígenas se convierten en empresarios, obreros, empleados…), representa una ruptura radical con la estrategia de asentamiento, pues implica transformar totalmente las relaciones del hombre con su entorno cultural y natural; la selva tropical es sustituida por el ambiente urbano, la calidad del trato con parientes cercanos es cambiada por el anonimato; las labores en el conuco, la caza la pesca, y la recolección son transmutadas por la actividad como pequeño empresario obrero; la autarquía alimenticia es trocada por la dependencia absoluta del mercado (Ib., 27).

No está lejano el día en que grupos domésticos y comunidades se vayan a
Puerto Ayacucho creando microambientes que sirvan de intermediarios a los parientes que quedaron en el territorio ancestral. Se afirma así una red de relaciones piramidales que permite que fluyan los bienes del Puerto Ayacucho hacia el interior, y que los miembros de las comunidades y los fundos aprovechen los servicios (comercial, escolar, médico-asistencial y religioso) que se prestan en los grandes pueblos (Ib., 28).

El próximo paso del proceso es la conformación de una sólida base urbana formada por grupos domésticos que mantendrán sus nexos con los parientes rurales, permitiendo la reproducción de las comunidades tradicionales en áreas de refugio y la consolidación de unos pueblos más grandes y con mayor concentración de servicios.”

4.- PROPUESTA PASTORAL
Nuestro Plan de Pastoral Vicarial (pág. 15- 28), nos habla de la realidad de los pueblos indígenas en sus territorios, pero no toma en cuenta la situación de los indígenas en áreas urbanas, tal vez porque en el año 2008, no se veía como realidad emergente. Estamos hablando de indígenasque han salido de sus territorios originales (aunque conservan los derechos territoriales colectivos de su pueblo de origen): son indígenas migrantes en las ciudades y residentes en ellas, generalmente con sus familias.

Frente a esta realidad, nos hemos propuesto, desde la organización pastoral de cada parroquia, elaborar un plan de pastoral en atención a los indígenas presentes en nuestras comunidades eclesiales locales, que, de alguna manera, se sienten excluidos de nuestra atención, considerando la difícil realidad socio cultural a la cual se enfrentan, sobre todo los niños y adolescentes que están en edad escolar, los estudiantes universitarios o los jóvenes que están enfrentando el reto de su primer empleo que han venido a buscar en la ciudad. Las referencias estadísticas citadas, y las observaciones de los jóvenes indígenas nos hablan de un contexto delicado: desconcierto, aislamiento, desprecio, incomunicación, manipulación, violación de DDHH, desarraigo cultural…

Queremos dar respuestas pastorales como: atención, acogida, acompañamiento, asesoramiento, fuentes de comunicación, apoyo institucional, orientación, desarrollo de la interculturalidad, parroquia comunidad de comunidades. Debemos acotar de una vez que los pueblos indígenas de la familia lingüística arawak, han tenido un proceso de migración, hacia los centros urbanos, desde varias generaciones. Puesto que el criterio de identificación para la pertenencia a un pueblo indígena es de  “opción personal” del encuestado en el proceso censal (aunque no hable la lengua y pertenezca a grupos que desde varias generaciones no tienen contacto con su “hábitat indígena”), es fácil entender que la inserción actual de los pueblos arawak en el ambiente urbano es muy distinto del de las demás grupos indígena de migración reciente.

Si bien las razones para la migración son comunes (búsqueda de servicios educativos y sanitarios, proyección de desarrollo profesional distinto del tradicional indígena…), hay diversas historias migratorias por lo que encontramos, en la ciudad, diversos niveles de “integración” al mundo “criollo”. Tendremos “criollos de origen indígena” con mayor profundidad de desapego de su territorio originarios e indígenas “hablantes” de su idioma, de alguna manera relacionados todavía con sus territorios y grupo de origen.

Los indígenas que están en un proceso de inserción residencial urbana más reciente son, generalmente, los más marginados y afectados por la pobreza. Pero, además de la precariedad económica, son individuos en riesgo severo de sufrir la pérdida de su sentido de pertenencia a un pueblo y de la referencia a un territorio. Además, personas que en su comunidad formaban parte activa de una comunidad cristiana, en la ciudad “peregrinan” de una iglesia a otra, sintiéndose extraños y “fuera de lugar” en cualquier “lugar” eclesial.

En un estudio a nivel mundial, se describen algunos elementos que caracterizan a los indígenas en áreas urbanas: (Ver: JEANS DAHL Y MARIANNE JENSEN, Editorial: Pueblos Indígenas en Áreas urbanas, en Asuntos Indígenas, pág. 4. IWGIA 3-4/02,
Copenhague, Dinamarca, 2002)

 Islas de pobreza: generalmente los indígenas se agregan en contextos geográficos urbanos donde hay desigualdad, discriminación, pérdida de identidad. Desde “afuera” se juzgan estas islas habitacionales desde el supuesto racista de que la pobreza es algo “intrínseco” a las culturas indígenas.
 Redes sociales: los indígenas en áreas urbanas forman grupos aislados: son, al mismo tiempo, habitantes urbanos y personas indígenas. Frecuentemente hay aislamiento también entre miembros de un mismo pueblo indígena. Por lo general no forman una red de relaciones sociales.
Autogestión: generalmente no están organizados y por eso, son más marginados; tratan de ocultar su origen, aunque no pueden: son identificados fácilmente; hay casos distintos. De los Mapuches, entre el 70 y el 80% viven en las ciudades; los Otavalo de Ecuador: mantienen su profesión, sistema de producción, políticas de autogobierno…
Identidad: mantienen contacto con sus territorios por generaciones y se autodenominan “descendientes de indígenas” o “Indígenas” con identidad plena.
Autenticidad: La autenticidad de su identidad indígena es cuestionada por muchos; a veces son discriminados también por sus “hermanos” que viven en territorios indígenas propios.
 Manipulación: algunas políticas estatales (que practican el “dividir para reinar”) deciden quiénes son los auténticos representantes de los indígenas (evidentemente los que tienen a la mano, a última hora, en la ciudad) y utilizan su “representación” (con relativa firma o huella digital) para legitimar consultas obligatorias, para conseguir autorizaciones o permisos para actividades turísticas o extractivas en sus territorios de origen…

Desde el punto de vista antropológico, se sugieren algunas pistas para acompañar a los indígenas en su proceso de inserción en contextos urbanos y para luchar contra la crisis cultural, la pérdida de la lengua autóctona, el desarraigo de las raíces sociales.
1. Identificarse con una tierra natal, un territorio, un hábitat. Y por eso, todos deben luchar por “su” territorio. Las organizaciones sociales deben incluir a los indígenas en áreas urbanas en la lucha por el derecho a las tierras.
2. Defender la trasmisión y uso de los idiomas originarios
3. Defender la espiritualidad (visión del mundo) como fundamento de un proyecto de vida del pueblo y de los individuos.

5. Y ¿QUÉ NOS PROPONEMOS COMO IGLESIA AMAZONENSE?
5.1 Partimos de las OPCIONES VICARIALES que ya manejamos (PPV, 29). Para organizar la pastoral de los pueblos indígenas en áreas urbanas, cada departamento deberá especificar lo pertinente a los indígenas presentes en las parroquias. Sintéticamente:
Catequesis: (Promover una catequesis vivencial, desarrollar el proceso catecumenal, conocimiento del mundo religioso de los pueblos indígenas…)
Social (Caritas y defensa de los DDHH)
Liturgia (Celebraciones desde los signos culturales de cada pueblo)
Familiar (Desarrollar el tema de la pertenencia a una familia con el de pertenencia a un pueblo)
Educativo (Educación Intercultural Bilingüe, Nichos lingüísticos)
Juvenil (Atención a la inserción escolar, al mundo del trabajo, al asociacionismo…) Vocacional (Disponibilidad al servicio comunitario…)
Comunicación social (Uso de los TICs, uso de las lenguas indígenas…para la promoción cultural y la defensa y fortalecimiento de la identidad cultual de los pueblos.

Deberemos revisar cada una de estas “pastorales” y ver qué se está haciendo con los indígenas en las áreas urbanas.

5.2 LA PARROQUIA QUE QUEREMOS SER Parroquia evangelizada:
- Estudio de la teología indígena, visión de iglesia indígena
- Visión de la Iglesia bajo la acción del Espíritu en Pentecostés: Unidad y pluralismo (un solo Espíritu/ multiplicidad de lenguas y culturas)
Comunidad de comunidades
Comunión y fraternidad
Parroquia misionera:
- En salida
- Que incultura el evangelio
- Inserta
- Atenta a la espiritualidad de Dios presente en la
“creación”
- Parroquia que hace suya la opción por el indígena del Vicariato
- Parroquia de participación e inclusión
- Parroquia atenta al contexto cultural
Parroquia como
Madre que sale al encuentro
Casa acogedora
Escuela de comunión
5.3 ORIENTACIONES OPERATIVAS
- al servicio de la Palabra
- al servicio de la Comunidad
- al servicio de la Caridad
5.4 AGENTES: Párrocos, Religiosos, Laicos,
Coordinador de pastoral indígena en zonas urbanas
5.5 PROCESO DE FORMACIÓN: antropológica, teológica (iglesia y teología indígena), liturgia
5.6 EVALUACIÓN: A nivel parroquial y vicarial
5.7 PUNTOS DE APOYO
Equipo de pastoral indígena parroquial
Oficina (consejo, equipo) de Pastoral indígena vicarial
Hermanas de la Consolata (en Upata) con proyecto de pastoral indígena e infraestructuras para acogida.

6.- CONCLUYENDO
Lo que nos proponemos en la Iglesia amazonense, y específicamente en la zona urbana de Puerto Ayacucho, con el nuevo proyecto, es que cada comunidad parroquial se abra a los hermanos indígenas para que se sientan acogidos en esa iglesia que no hace distinción de pueblos; que les permita compartir la fe desde la originalidad de su cultura; una comunidad sensible a los problemas que enfrenta el indígena que quiera insertarse en la sociedad urbana con igualdad de derechos.

La pastoral cubre todas las áreas que promueven en forma integral a la persona humana. Por eso, contaremos, de manera especial, con la acción de la Oficina de DDHH, para fortalecer las organizaciones indígenas que facilitan procesos comunitarios y para consolidar los grupos que, en forma bilateral, trabajen por los DDHH y por la defensa de la Naturaleza.

Junto con la acción de la Oficina de DDHH, cada comunidad parroquial debe comprometerse a acompañar y apoyar a los indígenas residentes en su territorio parroquial, como parte de la pastoral indígena del Vicariato y en alianza con los proyectos de pastoral indígena de las parroquias.

Para ello, cada párroco deberá asumir su compromiso con los pueblos indígenas y, con la disponibilidad que exista en su parroquia tanto de espacios físicos como de fuerzas vivas laicales, animar a cuantos quieran prestar un servicio para esta tarea.
De allí se desprende la necesidad de capacitar a los agentes parroquiales (párrocos y voluntarios) en esta acción pastoral específica (formación antropológica, teológica, etc.)

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