AMAZONÍA
VENEZOLANA:
LOS
CLAMORES DE LA TIERRA
Y
DE LOS PUEBLOS QUE EXIGEN RESPUESTAS
Religión
→REPAM
Los integrantes del Comité
Central de la Red Eclesial Amazónica (REPAM) renovados por la celebración de la
Resurrección de Jesucristo, que reanima en nosotros la alegría y la esperanza,
conscientes de los profundos desequilibrios e injusticias de la sociedad
actual, en nombre de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) queremos
compartir con las comunidades cristianas y con la ciudadanía en general algunas
inquietudes sobre situaciones y peligros que nos amenazan, y reconocer,
también, signos de esperanza que invitan al compromiso.
Situaciones que amenazan y
cambios de política minera en Venezuela.
Se le está imponiendo a
nuestro país una orientación en contra de lo que determina nuestra
Constitución, que ha generado y agudizado situaciones insoportables de hambre,
pobreza y miseria, inseguridad ciudadana, emergencia sanitaria, persecución
política, migraciones arriesgadas porque se ha desdibujado, sobre todo para los
jóvenes, un horizonte de futuro digno en nuestra patria… Es una experiencia que
la mayor parte de la población sufre día a día, aunque haya quien no quiera
verlo o que busque excusas y culpables en cualquier parte, con tal de no asumir
su innegable responsabilidad.
La gravedad de estas
situaciones puede llevarnos a dejar de lado problemas que, por parecer menos
urgentes en lo inmediato, pueden tener, y ya están teniendo, consecuencias
desastrosas en todos los órdenes de nuestra realidad e hipotecando gravemente
el futuro. Nos referimos al tema de la ecología, por el creciente extractivismo
desenfrenado que se ha ido implementando en los últimos tiempos, con
consecuencias desastrosas en campos tan variados como el calentamiento global,
las fuentes de agua, la destrucción de los bosques, la agresión a los pueblos
que habitan esas zonas cada día más devastadas.
Sabemos que es una situación
que afecta a toda la Amazonía y por ello, como organización que abarca todos
los países amazónicos, queremos plantear a la sociedad y a todos los que nos
consideramos Iglesia, las inquietudes y llamadas a la responsabilidad común que
tales situaciones exigen, pero fijando preferentemente nuestra reflexión a
partir de la realidad venezolana.
La preocupación por el cuidado
del medio ambiente en nuestro país ha estado presente desde hace largo tiempo,
como lo demuestra la creación del Ministerio del Ambiente en el año 1977. Sin
embargo, por varias décadas ha sido necesario redoblar su defensa ante
proyectos invasivos o explotaciones ilegales. En los últimos años el Estado
Venezolano ha emprendido una nueva política minera de forma vertiginosa e
invasora (arrasadora). Con la creación del “Arco Minero del Orinoco”, y la
firma de convenios con diversos Gobiernos y Compañías Trasnacionales, para la
exploración de minerales en diferentes lugares del país, especialmente en la
región Guayana; en los años 2011-2013 se ha producido un cambio radical en la
política minera. Poco después, por el Decreto 2.248 del 24 de febrero de 2016,
el Gobierno Nacional decide atribuir a los militares “todo lo relativo a las
actividades lícitas de servicios petroleros, de gas y explotación minera en
general, sin que esto implique limitación alguna” y autoriza la creación de la
empresa Cammempeg. El Presidente de la República, en cadena nacional, anunció
la firma de acuerdos con empresas mineras para la exploración y certificación
de oro, cobre, coltán y otros minerales. De esta manera se pretende poner en
marcha el motor minero ante la baja de los precios del crudo.
Más allá de las declaraciones
utópicas, la apertura de concesiones, sumado a la presencia de personas y
grupos dedicados a la minería ilegal, han multiplicado los escenarios de
explotación minera en amplias regiones y, en muchos casos, en condiciones de
auténtica devastación y destrucción de la naturaleza, y de exclusión y agresión
de los pueblos que habitan esas tierras. La comunicación oficial de tales
proyectos, presentados como solución de problemas nacionales e impulso de
desarrollo, no se ha visto acompañada por notificaciones concretas de su
desempeño real. Son muy escasas, casi inexistentes, las noticias oficiales al
respecto. Lo que las redes sociales difunden habla de devastación e hipoteca
del futuro.
Por ello, denunciamos el
modelo extractivista presente en Venezuela, así como en muchos países de
América Latina y el mundo, ya que es un modelo que implica un desarrollo
insostenible, un empobrecimiento acelerado, una fuerte dependencia a las
variaciones del mercado manejado por las corporaciones transnacionales, y el
debilitamiento sin precedentes de los Estados nacionales que quedan a merced de
las corporaciones, insertándose sumisamente en el mercado internacional. Las
actividades extractivistas forman parte de un modelo económico dominante que ha
separado a lo humano de la naturaleza, y entiende a ésta como un modelo
infinito de extracción de materias primas.
Voces que se levantan
Son muchas las voces que se
han levantado en contra de la destrucción ambiental y de la creciente exclusión
poblacional y cultural que esta política está generando. Diferentes
organizaciones indígenas han denunciado reiteradamente, ante las autoridades
correspondientes, frecuentes atropellos a sus derechos pero, de ordinario, han
recibido como respuesta el silencio y represalias. Investigaciones de
especialistas a menudo alertan a la sociedad y a diferentes organismos sobre
estos problemas, con escasa resonancia a sus planteamientos y reclamos, debido
a los poderosos intereses que están en juego. Saltan a la luz pública, de vez
en cuando, noticias que, por su notoriedad (masacres, ajusticiamientos…),
rompen los cercos comunicacionales y circulan a través de las redes sociales,
ignoradas por parte de los responsables.
Las declaraciones oficiales
justifican el incremento de la actividad extractivista por la necesidad de
mayores ingresos económicos y hasta por un supuesto desarrollo en vistas al
futuro. Sin embargo resulta obligatorio denunciar el hermetismo sobre el
cumplimiento real de las condiciones mínimas de explotación exigidas por la
naturaleza de esta actividad. Son indispensables la información y la
transparencia para que el desarrollo minero pueda ser encuadrado en sus justos
límites y evite las evidentes consecuencias negativas que se producen tanto con
relación al ambiente como a las poblaciones que habitan en esas zonas.
Los conflictos
socio-ambientales impactan profundamente a todos los venezolanos (acceso al
agua potable, cortes eléctricos, acumulación de desechos sólidos…) y trasciende
más allá de nuestras fronteras, principalmente porque muchas de estas dinámicas
ocurren en la Amazonía, territorio que compartimos con ocho países de la
región.
La postura de la Iglesia
Universal y Latinoamericana
Ante esta situación que nos
afecta directamente, así como también tiene efectos nocivos para toda la
humanidad, la Iglesia ha tomado, desde hace años, posiciones precisas,
dirigidas a la toma de conciencia de la gravedad de los problemas y de sus
notables consecuencias, y a proponer soluciones de respeto y equidad. Entre
ellas, la encíclica del Papa Francisco “Laudato Si´” ha sido un instrumento
esclarecedor y estimulante, que se ha convertido en un punto de referencia para
todos. Desde su publicación, en 2015, ha removido muchas conciencias y
promovido iniciativas para afrontar con claridad y decisión un asunto tan
determinante para el futuro inmediato de la humanidad.
En nuestro ambiente
latinoamericano, el Consejo Episcopal de América Latina y El Caribe (CELAM), en
su Vª Asamblea celebrada en Aparecida (Brasil) en mayo del 2007, retomó el tema
de la ecología centrándolo principalmente en la Amazonía.
Pocos años después, en
septiembre de 2014, el CELAM le dio un
decidido impulso a su compromiso con la creación de la Red Eclesial
Panamazónica (REPAM) para la articulación de todos los esfuerzos e iniciativas
que la Iglesia viene desde hace tiempo realizando en esta inmensa región. Desde
su creación, esta red ha venido aumentando su alcance estableciéndose en las 9
naciones que forman parte de la Amazonía y consolidando su servicio de relación
y apoyo.
Hace pocas semanas, el CELAM
ha querido retomar la Encíclica “Laudaro Si´” y aplicarla a nuestra realidad
latinoamericana publicando la Exhortación Pastoral “Discípulos Misioneros
Custodios de la Creación”, En ella se ponen en relieve aquellos puntos de la
encíclica del Papa Francisco con mayor relevancia para nuestro continente. Nos
parece otro punto de referencia importante que nos invita, como Iglesia y como
ciudadanos, a una conversión a la ecología integral para que cuidemos nuestra
casa común.
Finalmente merece especial
mención la iniciativa que ha tenido el Papa Francisco de celebrar un Sínodo
Extraordinario de Obispos para la reflexión de toda la Iglesia sobre el tema de
la ecología integral, centrado en la Amazonía, por las repercusiones que para
todo el mundo y para la Iglesia tiene esta cuestión tan importante. El Papa lo
refleja en el título que ha dado a este Sínodo: “Amazonía: nuevos caminos para
la Iglesia y para una ecología integral”. Estamos centrando los esfuerzos en la
preparación de este acontecimiento.
El compromiso de la Iglesia en
Venezuela
Podemos decir que la Iglesia
en Venezuela, junto con la de nuestro continente y de todo el mundo, se siente
preocupada por la depredación de la naturaleza y el descuido y exclusión de los
pobladores de las zonas devastadas. Esperanzada por los valores positivos y
resistencia que se comprueba en la cultura de los pueblos aborígenes, en la
labor de los misioneros que les apoyan, y en tantas personas sensibles y
comprometidas con el cuidado de la naturaleza y el futuro de los pueblos, se
siente motivada a buscar caminos nuevos que consoliden las comunidades
cristianas existentes o por construir, y que cuiden el bien de la creación para
el disfrute compartido por todos, y para las generaciones futuras.
Desde hace ya casi un siglo la
Iglesia ha retomado su presencia en estas zonas con la finalidad de atender a
los pueblos indígenas, que ancestralmente habitan en ellas, con programas de
salud y educación, de asistencia y desarrollo, de organización y
evangelización. Ha sido un largo caminar de hombres y mujeres que ofrecieron lo
mejor de sus vidas a estos hermanos, frecuentemente excluidos y desamparados.
Se avanzó con tropiezos y errores, pero también con grandes aciertos, con mucha
dedicación y amor, y con creciente inculturación y apoyo para que esos pueblos
se fueran haciendo sujetos de su propio destino.
En 2015 la Iglesia en
Venezuela se incorporó a la organización de la REPAM actualizando la relación
que desde hacía años se venía teniendo con las Iglesias locales de la Amazonía.
Valoramos también lo positivo del esfuerzo de apoyo mutuo entre las Iglesias
Particulares que formamos parte de la Amazonía venezolana. Y reconocemos la
oportunidad de relacionarnos y colaborar con las numerosas instituciones y
personas que vibran por la defensa y valoración de la naturaleza en nuestro
país. Nos vamos consolidando y esta rueda de prensa quiere ser una expresión de
compromiso con nuestra realidad venezolana.
Desafíos que nos comprometen
Hacernos eco: La Iglesia en Venezuela, a
través de la Conferencia Episcopal y de las comisiones que desarrollan un
compromiso social y acciones de apoyo a los pueblos indígenas y
afrodescendientes, hace suyos los clamores que resuenan en tantas partes para
que se logre una situación de justicia y defensa de la naturaleza y reclama una
actuación que tenga en cuenta el bienestar y los derechos de toda la población,
y de las generaciones futuras, amenazados por proyectos que buscan fundamental o
exclusivamente intereses económicos particulares; hacerse eco asimismo de las
numerosas denuncias de los pobladores de esas regiones, sobre todo de las
organizaciones indígenas que protestan en defensa de sus derechos, como lo
determina la Constitución Nacional Bolivariana.
Custodios de la Creación: Nos sentimos interpelados
por los llamados que el Papa Francisco y las autoridades del CELAM nos hacen a
través de sus exhortaciones, para que nos hagamos custodios de esta casa común,
la cuidemos, la defendamos para el disfrute de todos y de las generaciones
futuras, unidos a todas aquellas personas que luchan por un uso adecuado y
respetuoso de la naturaleza promoviendo una ecología integral.
Una Iglesia con rostro
amazónico:
Renovamos nuestro compromiso con los pueblos que habitan estas tierras para
llevarles la Buena Noticia de Jesucristo, el Salvador enviado por nuestro Padre
Dios para que se haga realidad en nuestro mundo su Reino de justicia, amor y
paz, para acompañarles en la maravillosa aventura de hacerse dueños de su
destino, de fortalecerse desde sus culturas y de intercambiar con otras sus
saberes y espiritualidad, y para que, al hacerse sus discípulos y misioneros,
sean el rostro indígena de la comunidad de los seguidores de Jesucristo, el
Señor.
Formar red: Estamos llamados a tejer una
red con todas las instituciones y personas que asumen este proyecto de defensa
y promoción de la Amazonía, para su preservación y disfrute compartido, y
teniendo en cuenta a sus habitantes: pueblos indígenas, ribereños, criollos…,
que han sabido respetarla, amarla como fuente de vida y de identidad propia. La
REPAM quiere ser una más de tantas “redes” que ya existen y sumar sus esfuerzos
para el bien de todos.
Unidos a las comunidades
cristianas de Venezuela y bajo la protección de nuestra Protectora, Nuestra
Señora de Coromoto, saludamos a todos nuestros hermanos venezolanos
Los miembros de la Red
Eclesial Panamazónica (REPAM) de Venezuela
Caracas,
5 de abril de 2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario