Colombia no se viene al descanso.
Se dice que 68 personas murieron en las protestas en curso contra el gobierno.
El detonante del descontento y las manifestaciones masivas fue una reforma
fiscal planificada. En respuesta, sindicatos, estudiantes y asociaciones
indígenas convocaron a una huelga general el 28 de abril de 2021. La policía y
el ejército reaccionaron a las manifestaciones en curso con violencia masiva.
Desde Colombia, la organización socia de MISEREOR FASOL informa sobre las
actuales protestas masivas en Colombia y los efectos de la actual crisis en el
poder judicial. FASOL es una organización colombiana de autoayuda para miembros
del poder judicial, que cuenta con el apoyo conjunto de MISEREOR y la
Asociación Alemana de Jueces (DRB). Astrid Bode de la DRB nos facilitó su
informe.
Reformas a expensas de los pobres
Las protestas masivas en Colombia
fueron desencadenadas por una reforma fiscal planificada por el gobierno del
presidente Duque. Desde entonces, esta reforma se ha retirado. Se preveía un
aumento del impuesto sobre las ventas, que habría tenido un impacto negativo
principalmente en los precios de los alimentos básicos y los combustibles. Los
grupos de población pobres y la clase media se habrían visto especialmente
afectados por los aumentos de precios. Eso habría agravado la brecha social en
el país. Colombia ya está marcada por una desigualdad extrema. Más del 40 por
ciento de la población es pobre. Según la oficina de estadísticas de Colombia,
un tercio de estas personas vive en extrema pobreza. Además, se habían
anunciado reformas en los sectores de la educación y la salud, que habrían
supuesto una carga adicional para la gran mayoría.
Violencia policial masiva
El gobierno respondió a las
protestas desde el principio con una presencia policial masiva y violencia. Las
Fuerzas Especiales de Lucha contra los Disturbios (ESMAD) también fueron
apoyadas por militares en ciudades como Cali. El presidente Iván Duque ordenó
el operativo militar a principios de mayo. Según información de Human Rights
Watch, los violentos enfrentamientos ocurrieron68 personas muertas. Además,
está aumentando el número de personas consideradas "desaparecidas".
Según la campaña “Defensora de la Libertad”, actualmente se encuentran
desaparecidas 346 personas que fueron arrestadas arbitrariamente y / o
arrestadas como parte de protestas pacíficas. FASOL también habla de 106 casos
de violencia de género (especialmente sexual) por parte de las fuerzas de
seguridad y 2.808 detenciones, a menudo arbitrarias (hasta el 5 de junio). El
presidente Duque respondió acercando a los manifestantes a terroristas y bandas
criminales.
Graves problemas sociales, incluso antes de Corona
FASOL, la Corporación Fondo de Solidaridad con los Jueces Colombianos, ve la pandemia de la corona como un cristal en llamas para los graves problemas del país. En particular, esto incluye la no implementación de facto del tratado de paz de 2016, pero también la sobreexplotación extensiva de la naturaleza (incluido el regreso de la minería extractivista, la ganadería extensiva, los monocultivos de palma y la deforestación en la Amazonía). Al mismo tiempo, esta política está muy alejada del objetivo político global de una mayor sostenibilidad ecológica. Esta fue una de las demandas de la huelga. La lucha contra el narcotráfico y sus consecuencias sociales es también uno de los problemas centrales en Colombia. El uso de productos químicos (por ejemplo, glifosato) se utiliza a menudo, independientemente de la población rural.
Efectos sobre el poder judicial
La situación política general
tiene un impacto en la situación del poder judicial. FASOL informa cuatro
ejemplos que describen la situación general muy contradictoria:
Comportamiento de la Corte
Suprema de Cundinamarca : El 26 de abril, la decisión de un caso reveló la
falta de independencia del Poder Judicial y una flagrante violación de los
derechos fundamentales. Se intentó prohibir la huelga general. La decisión fue
considerada arbitraria porque el artículo 37 de la Constitución colombiana
garantizaba la libertad de reunión, mientras que dicha decisión buscaba
prohibir las reuniones durante la pandemia.
Decisión judicial en Manizales:
El 5 de mayo, un juzgado administrativo de Manizales afirmó el derecho a la
protesta y señaló que las autoridades estatales eran responsables de los
excesos de violencia.
Comportamiento inconsistente de
los jueces principales: Los presidentes de la Corte Suprema firmaron primero
una carta abierta pidiendo al gobierno que defienda los derechos fundamentales.
Solo un día después, el 6 de mayo, los presidentes de las Cortes Supremos se
reunieron para reunirse con el presidente Duque. Luego publican una declaración
respaldando al gobierno y (con razón) condenando la violencia y el vandalismo,
sin abordar la violencia de la policía y los paramilitares al mismo tiempo.
Este enfoque indiferenciado ha causado irritación tanto en el poder judicial
como en la sociedad porque se esperaba una posición clara en la defensa de los
derechos fundamentales. Solo dos jueces del Tribunal Constitucional aclararon
su posición al respecto. Ya el 22. Para septiembre de 2020, la Corte Suprema
dictaminó que el derecho a manifestarse era un derecho fundamental y que se
utilizó una violencia excesiva “sistemática y arbitrariamente” con motivo de
las huelgas de 2020. Se instó al ejecutivo a tomar medidas para garantizar la
protesta pacífica y frenar el uso desproporcionado de la fuerza.
Error del Fiscal General
Francisco Barbosa: El Fiscal General tiene un papel sensible en Colombia. A
juicio de FASOL, esta función solo la cumple de manera unilateral, ya que
constantemente toma partido por el gobierno y al mismo tiempo ha pedido que se
tomen medidas contra la huelga general fuera de su jurisdicción. Por ejemplo,
el 6 de mayo Barbosa pidió la expropiación de los vehículos de las empresas de
transporte que habían bloqueado las vías. Esta demanda fue criticada por falta
de conocimiento legal, porque según la ley colombiana no se aplica ningún acto
de expropiación.
El diálogo como única solución
Mientras tanto, el presidente
Duque ha ofrecido un diálogo. Pero después de la militarización y polarización
precedentes, ese diálogo enfrenta enormes desafíos. El gobierno a menudo no ha
cumplido con los acuerdos anteriores. Además, las discusiones serias sobre
soluciones sustantivas siguen siendo difíciles mientras continúe la violencia
excesiva de las fuerzas de seguridad contra los manifestantes pacíficos. La
pérdida de confianza duradera es enorme, la polarización existente en la
sociedad está aumentando. Sin embargo, el diálogo sigue siendo el único camino
hacia una solución.
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