LA VIOLENCIA BASADA EN GÉNERO DESDE LA ACCIÓN DE LA OFICINA DE DERECHOS HUMANOS DEL VICARIATO APOSTÓLICO DE PUERTO AYACUCHO/AMAZONAS ¡REFLEXIONES...!
POR: GRACE C. MARCANO DE E.
ODDHH VAPA
En el marco de la conmemoración del 30 aniversario de la Oficina de Oficina de Derechos Humanos del Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho, se presenta el tema de la Violencia Basada en Género (VBG) como tema para la reflexión, dirigido a motivar la sensibilización y la acción social, tanto en la prevención como en la intervención ante hechos que vulneran el Derecho de la mujer a una vida libre de violencia, derecho humano universal e inalienable.
La Organización de las Naciones Unidas define la violencia
contra la mujer como todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo
femenino, que pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico
para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la
privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como
privada. Partiendo de esta conceptualización universal, la VBG se manifiesta de
diversas formas, dependiendo de las culturas existentes y sus sistemas de
creencias, pero siempre con marcada intención de controlarlas, limitarlas,
intimidarlas, amenazarlas y silenciarlas, impidiendo el ejercicio de sus
libertades y goce efectivo de sus derechos.
Es por ello que ha sido difícil y complicada su detección e
intervención porque, de acuerdo a usos y costumbres en la sociedad, se han
normalizado las múltiples formas de violencia (en la legislación venezolana
existen 19 formas tipificadas como delito, en la Ley Orgánica del Derecho de la
Mujer a una Vida Libre de Violencia).
Según el Observatorio Venezolano de la Violencia, en su más
reciente informe (2021), se considera que la VBG representa un deterioro
sostenido de las garantías de derechos humanos. La falta de registros oficiales
convierte la violencia contra la mujer en una epidemia totalmente silenciosa,
que no ha sido atacada por las autoridades venezolanas adecuadamente. Pareciera
que estos hechos son considerados un problema menor que sólo se producen en
contextos de pobreza y marginalidad, pero lo cierto es que se trata de un
asunto cultural, que afecta a todos los estratos sin ningún tipo de distinción.
También se afirma que con la pandemia y el confinamiento en los hogares, la
violencia de género ha tenido dos graves expresiones: 284 homicidios de
mujeres, de los cuales el mayor porcentaje califica como Femicidio, que es “el
asesinato por parte de hombres, motivados por el desprecio, odio, el placer o
el sentido de propiedad sobre las mujeres” (Diana Russell, 1976); diferente es
el término Feminicidio, que es el conjunto de delitos de lesa humanidad que
contienen los crímenes, los secuestros y las desapariciones de niñas y mujeres
en un cuadro de colapso institucional, que favorece la fractura del Estado de
derecho y con ello la impunidad para condenar los asesinatos de mujeres; esto
es lo que distingue el término feminicidio de femicidio (Legarde).
Es notable que la mujer hoy día, haya tomado socialmente una
figura primordial como sujeto de derecho, deslastrándose de subordinaciones y
discriminaciones de la figura masculina dominante que la limitaba culturalmente
a la figura doméstica. La actuación de la mujer ha tenido un progreso
participativo en el área social, educativa, política y laboral, que genera en
ella un gran desarrollo personal, siempre en la búsqueda de la reivindicación
de sus derechos, inspirada en los principios de igualdad y justicia social.
Este avance ha fortalecido la figura femenina cada vez más
comprometida a la lucha, a la participación social activa, evidenciando roles
relevantes y significativos. Sin embargo, es en situaciones de violencia cuando
la mujer es la víctima más vulnerable, la que se encuentra más propensa a
diversos tipos de agresión; esto conlleva a que la violencia de género se
manifieste como un grave problema de violación de los derechos humanos.
A lo largo de estos 30 años de la Oficina de Derechos Humanos
(ODDHH) promoviendo y defendiendo los derechos de los más vulnerables, el
abordaje al tema de la violencia ha sido permanente y se ha intensificado la
acción en la última década en lo referente a la Violencia Basada en Género. La
realidad en Puerto Ayacucho o en Amazonas, no es muy distinta a lo descrito a
nivel nacional; nos diferencia la multiplicidad étnica existente, con
cosmovisiones y costumbres, que en algunos casos normalizan la violencia contra
la mujer.
En nuestra experiencia atendiendo a sobrevivientes de
violencia, también hemos vivido la impunidad, la criminalización de las
sobrevivientes, la pasividad o inacción de los órganos competentes para
proteger y defender a las mujeres de la violencia infringida, el
desconocimiento de las estadísticas oficiales en esta materia y las
vulneraciones de derechos de la mujer por razón de raza y cultura, Las formas
de violencia con mayor incidencia en los casos atendidos es la violencia
institucional, el deterioro sostenido de las capacidades del Estado para
atender las demandas de las mujeres en la salud y la justicia son casos
recurrentes, con énfasis en la desatención o precaria atención de mujeres,
adolescentes y niñas indígenas.
Otra forma de
violencia reiterada en nuestros casos, es la violencia doméstica que
generalmente viene acompañada de violencia física, psicológica, acoso,
hostigamiento, amenazas, violencia patrimonial y maltrato a niños, niñas y
adolescentes de la familia; le sigue la violencia sexual, amenazas, acoso,
agresiones físicas y psicológicas, por parte de funcionarios del Estado:
funcionarios públicos y de órganos de seguridad civil o militar. Todo ello con
consecuencias muy penosas en la calidad de vida de las personas, en la
convivencia familiar, social y en la debida atención a las víctimas de
violencia y de la vulneración de los derechos humanos.
Frente a esta realidad, la ODDHH ha desarrollado estrategias
y acciones dirigidas a la prevención de la violencia de género a través de la
formación (talleres, foros, conversatorios y seminarios, entre otros), apoyo a
las organizaciones femeninas de base, el uso de los medios de comunicación y
las plataformas digitales, atención focal en las diversas comunidades indígenas
aledañas a la capital y, menos frecuentemente, hacia los municipios más
alejados, dadas las limitaciones del alto costo del combustible y de la
logística necesaria. Asimismo, asesora jurídicamente la demanda de personas
afectadas por la violencia de género, sin ningún tipo de discriminación, bien
sea en direccionar hacia los proveedores de servicios institucionales y no
gubernamentales, como en la atención psico-social, algunas veces coordinando la
atención requerida con aliados locales y/o nacionales.
De tal manera que la experiencia de servicio brindada nos
permite formular algunas reflexiones para erradicar o minimizar la VBG y su
impacto tanto en lo personal/ familiar como en nuestra sociedad: Lo que cada
uno de nosotros haga con su acción ciudadana, en su espacio cotidiano, será un
aporte relevante en la exigencia del respeto a los derechos y la construcción
de una sociedad solidaria.
Lo que hagamos por la
no violencia, será siembra de esperanzas y fortalecimiento de la lucha por el
respeto a los DDHH. Para todos nosotros es urgente:
• Impulsar la promoción y la defensa de
los DDHH, visibilizando la realidad y ejerciendo el derecho a la exigibilidad
del respeto al Derecho de la Mujer a una Vida Libre de Violencia.
• Promover espacios para el debate y la discusión de temas como la impunidad, desprotección y corrupción que se producen alrededor de la violencia contra la mujer.
• Asumir el compromiso de la
educación, no sólo en temas de violencia contra la mujer, sino frente a la
discriminación y abuso a la población históricamente vulnerada como los pueblos
indígenas. Asimismo, entender que la violencia ejercida contra niños, jóvenes y
hombres en general, también es tema de atención en materia de DDHH, aunque no
se les considere especialmente vulnerables.
• Una línea
estratégica y transversal en las acciones que podamos desarrollar para combatir
la violencia de género, es contribuir con el empoderamiento de la mujer en el
ámbito de los DDHH en contexto familiar, social, laboral, en todos los espacios
donde se desenvuelvan.
• Fortalecer la sororidad, término para
referirse a la solidaridad entre mujeres, especialmente ante situaciones de
discriminación, violencia y actitudes y comportamientos que vulneren sus
derechos.
• La atención psicológica es un servicio
que debe acompañar todo proceso, para recuperar la autonomía y el control de la
vida de las sobrevivientes de VBG.
• Las campañas y la capacitación contra
la violencia de género deben permanecer. Podemos educar desde nuestros
espacios, para crear conciencia en la igualdad de derechos y el respeto por la
vida y la dignidad humana.